¿POR QUÉ NO ADELGAZO?

En las sociedades occidentales estamos asistiendo a una pandemia de obesidad.

La principal causa se encuentra en el alto consumo de alimentos procesados altamente palatables, con un bajo nivel nutricional y muy alto poder calórico.

Estos productos son responsables de una “crisis de sabor”, confunden a nuestro cerebro y hacen que consumamos más de lo que realmente necesitamos llevándonos a una situación de desajustes metabólicos.

Esta situación se agrava si unimos el sedentarismo al consumo elevado de alimentos procesados.

Cuando llega azúcar a la sangre el páncreas libera insulina permitiendo la entrada de glucosa al músculo e hígado. Esa glucosa se utilizará bien para producir energía o se transformará en grasa dentro de las células. Cuando hay un exceso de grasa se bloquea la entrada de glucosa en músculo e hígado e iniciamos una situación de resistencia a la insulina incrementando sus niveles en sangre. Al aumentar los niveles de insulina en sangre se bloquea la capacidad de quemar grasa ya que el cuerpo entiende que tiene suficiente nivel de glucosa y es el combustible que utilizará para generar energía.

Por otra parte, esta glucosa que no puede entrar en hígado ni músculo entra en el tejido adiposo y todo aquello que consumimos se transforma en grasa. Los adipocitos, o células encargadas de almacenar grasa, tienen capacidad de producir sustancias inflamatorias que son perjudiciales a nivel sistémico, así entramos en una situación de inflamación crónica de bajo grado en la que el sistema inmune está activado de manera continua.

De ahí la íntima relación entre metabolismo e inmunidad.

En el tejido adiposo se produce una hormona que tiene gran trascendencia, se trata de la leptina. Entre otras funciones, cuando se libera indica al cerebro que tenemos suficientes reservas y se debe inhibir el apetito. Sin embargo, en un contexto inflamatorio de larga evolución que llegue a provocar neuroinflamación, se puede producir una situación de resistencia a la leptina, con lo cual, aunque sus niveles estén altos, el cerebro pierde la capacidad de traducir su señal y se ve afectado el circuito de hambre-saciedad.

La leptina se relaciona además con la motivación, por lo que los pacientes con resistencia a la leptina no disponen de la suficiente energía para tomar las decisiones necesarias que le ayuden a salir de esta situación, les supone un esfuerzo enorme hacer dieta o ejercicio.

El enfoque en PNI para tratar la resistencia a la leptina incluye:

  • Empatizar con el paciente, debe sentirse comprendido.
  • Explicarle claramente su situación.
  • Alimentación evolutiva.
  • Ejercicio físico.
  • Suplementación específica según cada caso.
  • Los cambios se deben ir implementando de manera paulatina, muy poco a poco, animando siempre al paciente ante los logros que vaya alcanzando.