El inflammaging es el envejecimiento inflamatorio o la inflamación asociada a la edad, este concepto describe el proceso de envejecimiento asociado con un estado crónico de inflamación de bajo grado en el cuerpo y las enfermedades asociadas a esta entidad, normalmente va acompañado de inmunosenescencia que es el deterioro progresivo del sistema inmunitario asociado a la edad. Pero, ¿qué es la inflamación crónica de bajo grado?
A diferencia de la inflamación aguda, la inflamación crónica de bajo grado se caracteriza por ser una inflamación de menor intensidad, mayor duración, que afecta a numerosos tejidos y órganos del cuerpo y que provoca un estado persistente de activación del sistema inmunológico a través de la liberación de sustancias inflamatorias en el tejido graso.
La inflamación sistémica de bajo grado contribuye al desarrollo de resistencia a la insulina por diferentes vías, del mismo modo la resistencia a la insulina potencia la inflamación crónica. Este círculo vicioso establece las bases para el inflammaging al desencadenar una serie de eventos perjudiciales para la salud metabólica.
El exceso de consumo de azúcar y la falta de ejercicio físico llevan a un acúmulo de grasa dentro de las células que va a bloquear la entrada de glucosa en los dos principales reservorios de glucosa del organismo (músculo e hígado) iniciando una situación de resistencia a la insulina que se inicia en el músculo, a continuación en hígado y por último en tejido adiposo. Para compensar ese exceso de glucosa en sangre, el páncreas va a liberar más insulina. Esta elevación de la insulina estimula la fabricación de grasa a partir de la glucosa en tejido adiposo e hígado.
La acumulación de tejido adiposo nos hace entrar en un estado inflamatorio en el que el sistema inmune está en permanente estado de alerta ya que el tejido adiposo produce sustancias inflamatorias que lo activan.
La inflamación crónica de bajo grado a menudo es silente, sin embargo, a medida que avanza puede contribuir a la aparición de diversas enfermedades y manifestarse a través de diferentes síntomas:
- Obesidad central.
- Fatiga persistente sin razón aparente.
- Dolor articular o muscular.
- Problemas gastrointestinales.
- Afecciones cutáneas como acné, psoriasis.
- Cambios en el estado de ánimo, síntomas de neuroinflamación.
- Dolor crónico.
- Hirsutismo en mujeres.
- Problemas de regulación de la glucemia.
Además, la inflamación crónica de bajo grado eleva el riesgo de enfermedad cardiovascular, cáncer, diabetes, trastornos autoinmunes, depresión, enfermedades degenerativas, trastornos de fertilidad, entre otros.
¿Cuáles son los factores que nos llevan a esta situación? Probablemente no sea una única causa sino la interacción de varios factores:
- Principalmente la dieta inadecuada con un exceso de carbohidratos, azúcares refinados y alimentos procesados.
- La obesidad y acúmulo de grasa.
- El sedentarismo, el ejercicio regular tiene propiedades antiinflamatorias.
- Disbiosis intestinal o alteraciones en la microbiota.
- Alteración en los ritmos circadianos.
- Estrés.
Otro concepto importante es el de flexibilidad metabólica que se encuentra muy ligado al concepto de resistencia a la insulina, se trata de la capacidad del cuerpo para adaptarse eficientemente a diferentes fuentes de combustible (glucosa y grasas) en función de cual esté disponible en cada momento. Las personas con buena flexibilidad metabólica tendrán más facilidad para quemar grasa corporal, además de menor inflamación crónica y menor resistencia a la insulina. Por el contrario, la resistencia a la insulina y la inflamación crónica afectan negativamente a la flexibilidad metabólica. La realidad es que en la sociedad actual hay una gran rigidez metabólica debido al estilo de vida.
En conclusión, el inflamagging representa una convergencia de fenómenos biológicos que afectan la salud a medida que envejecemos. Al comprender y abordar la relación entre la inflamación crónica, la resistencia a la insulina, la flexibilidad metabólica y la inmunosenescencia, podemos aspirar a promover un envejecimiento más saludable y mejorar la calidad de vida a lo largo del tiempo.
Enfoques que incluyan cambios en la dieta, actividad física regular, manejo del estrés y posiblemente terapias farmacológicas específicas pueden desempeñar un papel crucial en la prevención y el tratamiento del inflamagging.